Una casa protegida con las mejores cámaras de vigilancia
Nada iguala a la sensación de sentirnos seguros y a salvo. A veces esa sensación de seguridad es un simple proceso mental, y las personas que padecen ansiedad bien lo saben. Sin embargo, otras veces lo material, lo contextual, influye de manera notable, por no decir que es base y causa de cualquier angustia o inseguridad personal que podamos sentir. Es normal que nos ocurra algo así si sentimos que vivimos en una calle poco segura, en un piso demasiado bajo, con un balcón o una terraza demasiado abierta. Percibir todo el rato que, de algún modo, invitamos a una persona a entrar a robar o a hacernos daño, desde luego contribuye cero a nuestra tranquilidad personal.
Pero, afortunadamente, hay muchas maneras de mitigar esa sensación, y por supuesto de disuadir a los ladrones. Aunque instalar rejas en ventanas parece la solución más lógica, y de hecho es una de ellas, conviene hablar de otras que merecen mucho la pena, sobre todo si nos da un miedo particular la idea de que nos robe alguien cuya identidad vamos a desconocer para siempre. Estamos hablando de la instalación de cámaras de seguridad. A simple vista este recurso puede parecernos demasiado caro, pero no necesariamente. En primer lugar, solo necesitamos una cámara, bien situada en una posición estratégica.
En segundo lugar, hay muchas cámaras, y no todas son igual de caras. De hecho, las cámaras de vigilancia analógicas, que indudablemente son las más económicas, nos sirven perfectamente para nuestro propósito: grabar a cualquier ladrón o, preferiblemente, disuadirlo de entrar. Esto último será fácil si situamos la cámara bien visible, grabando la calle, abarcando un arco tan amplio que será imposible si no se vea. Aunque también podemos esconderla un poco si queremos pillar al visitante indeseado in fraganti y que la cámara no sufra las consecuencias.
Evidentemente, siempre podemos tirar la casa por la ventana si nos lo podemos permitir, y nunca mejor dicho, y obtener cámaras CCTV u otras de calidad superior. Pero todas sirven para lo mismo: que nuestra casa sea segura. En tiempos de pandemia, qué menos que eso.