Cómo estudiar repostería profesional
Cuando paseamos por la calle y nos tropezamos, por ejemplo, con una pastelería industrial de Madrid o con alguna situada en nuestra ciudad de residencia, solemos detenernos no solo a fantasear con que le damos un mordisco a los productos expuestos, sino también, a admirar la maestría con la que están hechos. Ya sea en una pastelería familiar, en una artesanal o en una de las que hemos mencionado, es decir, de industria, se percibe la mano del repostero profesional detrás de ellas. Suelen ser maravillas culinarias que tienen una doble dificultad a la hora de realizarse: la estética y la comestible. Tienen que saber bien y, al mismo tiempo, han de ser bonitos a la vista.
Puede que vayamos más allá cada vez que apreciamos el acabado de estas dulces creaciones culinarias. Puede que se nos despierte, no solo el apetito, sino las ganas de aprender a hacer todas esas cosas. Si lo deseamos porque queremos aprender repostería en nuestro tiempo libre, siempre podemos recurrir a tutoriales en internet, obtener recetas para intentar emularlas, comprarnos libros específicos de elaboración de tartas y pasteles, o incluso, suscribirse a cursillos por fascículos. Si nuestra intención va más allá de eso y nos encantaría trabajar en una fábrica de pastelería como reposteros profesionales, hay multitud de cursos, tanto de pago como desempleados, así como escuelas de hostelería con instalaciones absolutamente preparadas para ello.
Normalmente, los cursos de repostería ofrecen una completa formación que parte de los presupuestos teóricos más básicos. No podemos pretender llegar y aprender a hacer roscones de Reyes o tartas de bodas desde el primer día. Hay que aprender los misterios de la cocción al horno, las técnicas de mezclado de masa, los diferentes ingredientes y su uso, el aprendizaje en el uso de electrodomésticos específicos, etc. Después, lo más recomendable es comenzar a realizar creaciones simples, como bizcochos caseros. Luego, podremos centrarnos en el trabajo con fondant y sus distintas aplicaciones creativas, entre otras muchas cosas. Aprender repostería es divertido, sí, pero no es sencillo, y si queremos dedicarnos a ello tenemos que aprender a ser pacientes. La espera dará frutos.