El valor social de los trabajos de albañilería y construcción
Todos los trabajos, sin excepción, son dignos. Cualquiera de ellos nos permite ganar dinero, un sueldo que luego invertimos en un alquiler, en comida, en las facturas, en nuestra vida en general. Creer que hay trabajos más dignos que otros, y pensar que ello tiene algo que ver con la implicación física o no de los mismos, es clasismo del más reaccionario. Además, muchos de los mitos clasistas que giran en torno a, por ejemplo, trabajos de albañilería o fontanería, tienen que ver con la cualificación de los profesionales a los que nosotros mismos llamamos para que nos arreglen algo. Pensamos, dicho de manera menos elegante, que no han estudiado.
Nada más lejos de la realidad. Trabajar como albañil, como fontanero o como electricista, sea como freelance o en un proyecto de construcción, implica obligatoriamente tener una titulación de formación profesional. No solo eso: hoy en día, muchos de los cursos de formación complementaria que podemos encontrar en internet se relacionan directamente con este sector, como el curso de 20 horas de fontanería y climatización. Si las personas que desprecian este ámbito profesional reflexionaran más allá de sus ideas infundadas, se darían cuenta de que, si efectivamente no hace falta estudiar para este sector, no haría falta llamar a expertos.
Pero hace falta. Y no solo eso: el edificio en el que vivimos, sea un bloque de pisos o un dúplex, ha sido diseñado y construido por alguien. El diseño tendrá que ver con el equipo de arquitectos implicado, pero la construcción propiamente dicha ha dependido de albañiles, muchos de ello, doblemente cualificados con un curso de trabajos en altura online u otra formación especializada llevada a cabo para hacer un trabajo más eficiente.
De igual modo, los capataces y responsables principales de la construcción se habrán formado con algún curso de recurso preventivo online, u otros relacionados con la protección laboral, que hoy en día incluye protocolos frente a la pandemia de COVID-19. En resumen, repetimos: todos los trabajos son dignos, pero tal vez habría que empezar a apreciar de manera especial todos los que implican esfuerzo físico.